lunes, 22 de enero de 2007

Texto de liderazgo para Escuela Ambiental

I. Naturaleza del Liderazgo

El liderazgo es una de los atributos más codiciados actualmente en nuestra sociedad. La figura del líder en sus diversas versiones y ropajes está cargada de alusiones a la figura del super héroe, poseedor de grandes y especiales poderes, que lo hacen atractivo e inalcanzable. Transformados en leyenda de los grandes líderes de la historia son una especie de “modelos ideales”, fuera del alcance de cualquier mortal común y corriente.

En una sociedad dinámica y en constante transformación la capacidad de trabajar en equipo y de liderazgo son cualidades altamente apreciadas y valoradas en las diversas organizaciones. Estas entidades requieren cada vez con mayor fuerza, personas con iniciativa, proactivas, con habilidades para comunicarse y coordinarse de manera efectiva con otros, con capacidad para diseñar alternativas creativas a nuevos problemas. Las organizaciones requieren formar “comunidades de líderes”, con visión de futuro y poder personal para conseguir los resultados que se proponen.

En toda época, los líderes han sido motor de la historia en todos los ámbitos del que hacer humano. Por ello es imprescindible educar, formar o expandir las capacidades de liderazgo de cualquier persona que lo requiera y esté interesado en hacerlo. Éste es un desafío interesante de considerar, ya que se requiere poner al alcance de la mano una atributo que ha estado reservado para algunos elegidos y privilegiados.

Un buen comienzo en este intento, es desmentir la imagen del líder como un ser especial y extraordinariamente dotado. Para ello proponemos desplazar el fenómeno del liderazgo de la esfera pública y conceptual para situarlo en nuestra cotidianeidad y realidad más próxima.

En esta perspectiva abordaremos como primer tema el liderazgo personal, entendido como el poder que tenemos todos de crear una visión propia que nos impulse a movilizarnos y de sentido a nuestra vida. En segundo lugar, describiremos algunas habilidades esenciales de cultivar o fortaleces en el dominio del liderazgo y trabajo en equipo.

Este apunte tiene como propósito constituirse en una instancia de conversación y diálogo con el lector, que contribuir a la reflexión y aprendizaje en la fascinante aventura de crear un que hacer humano constructivo y transformador.

II. LIDERAZGO PERSONAL

Llegar a ser líder de uno mismo es un enorme desafío que implica expandir algunas habilidades y capacidades que tenemos guardadas o poco desarrolladas. Una de ellas es la capacidad de definir un “fin en mente”.


· “Empezar con un fin en mente”:
Tener un fin en mente consiste en construir una imagen, un cuadro sobre como queremos que sea nuestra vida, que se convierte en el marco de referencia para evaluar nuestras acciones. Teniendo claro ese fin, podemos alinear nuestros actos en la dirección elegida, desechando aquello que nos distrae y aleja de nuestro norte. Por otro lado, nos permite estar atentos y sensibles a aquellas circunstancias o sucesos que nos acercan a nuestra visión.

Empezar con un fin en mente significa comenzar con una clara comprensión de nuestro destino. Significa saber adónde estamos yendo, y donde estamos actualmente, y dar los pasos en la dirección correcta.

Puede resultar fácil caer en la trampa de la actividad, del ajetreo de la vida, trabajar cada vez más para trepar por la escalera del éxito, y descubrir finalmente que está apoyada en la pared equivocada. Es posible estar atareados – muy ocupados- sin ser afectivos. La efectividad la podemos evaluar en función del logro avance en la perspectiva de nuestra visión personal.

A menudo las personas se encuentran logrando victorias vacías, éxitos conseguidos sacrificando aquellas cosas que de verdad son mucho más valiosas e importantes.

El hábito de “empezar con un fin en mente” se basa en el principio de que todas las cosas se crean dos veces. Siempre hay primero una creación mental, y luego una creación física.

La regla del carpintero es “medir dos veces antes de cortar”. Hay que estar seguro de que el plano, la primera creación, sea realmente lo que uno quiere. Después se levanta la casa con ladrillos y cemento. Cotidianamente uno va a la obra y despliega el plano para decidir el trabajo del día. En este caso, como en otros, comenzamos con un fin en mente.

Todas las cosas se crean dos veces, pero no todas las creaciones responden a los designios conscientes. En nuestras vidas personales, si no desarrollamos autoconciencia y no hacemos responsables de las primeras creaciones, estamos permitiendo por omisión o complacencia, que otras personas o las circunstancias externas den forma a gran parte de nuestra vida. Vivimos reactivamente los guiones que han puesto en nuestras manos la familia, los compañeros, las agendas de otras personas, las presiones; los guiones de años anteriores, de nuestra educación, de nuestro condicionamiento.

Esos guiones provienen de personas, no de principios. Surgen de nuestra vulnerabilidad, de nuestra dependencia respecto de los demás, de nuestras necesidades de aceptación y cariño, de la sensación de que importamos. Las capacidades de autoconciencia nos permiten examinar las primeras creaciones y hacernos cargo de nuestro destino, escribir o reescribir nuestro propio guión. En esta perspectiva y enfoque el liderazgo es la primera creación. Ojo que el liderazgo no es administración. La administración es la segunda creación, el liderazgo va primero.

La administración se centra en la pregunta “¿Cómo puedo hacer mejor ciertas cosas?, el liderazgo en cambio se plantea, ¿Cuáles son las cosas que quiero realizar?. En la palabras de Peter Drucker y Warren Bennis, “administrar es hacer las cosas bien, liderar es hacer las cosas correctas”. La administración busca la eficiencia en el acceso por la escalera del éxito, el liderazgo determina si la escalera esta o no apoyada en el lugar correcto.
En éste sentido tenemos mayor necesidad de una meta y una brújula (un fin en mente), y menos de un mapa de ruta. Frecuentemente no sabemos cómo será el terreno en que tenemos que atravesar, o qué necesitaremos para atravesarlo; mucho dependerá del juicio que formulemos en ese momento. Pero una brújula interna siempre nos indicará la dirección.

Dado que ya vivimos con muchos guiones que nos han transmitido, el proceso de escribir nuestros propios guiones es en realidad un proceso de cambio de paradigma o modelo mental. Cuando reconocemos los guiones inefectivos, los paradigmas incorrectos o incompletos que están en nuestra forma de relacionarnos y ver el mundo, podemos empezar a reescribir proactivamente nuestros guiones.

En este misma línea, otra de las habilidades claves del liderazgo personal se refiere a la pro actividad.

· Ser Proactivo
Ser pro activo no significa sólo tomar la iniciativa como se nos plantea comúnmente. Significa que, como seres humanos somos responsables de nuestras propias vidas. Nuestra conducta es una función de nuestras decisiones, de nuestras condiciones. Tenemos la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.

Examinemos la palabra “responsabilidad”. En ella encontramos alusiones a la palabra responder y habilidad; entonces nos queda como la habilidad para elegir la respuesta. Las personas muy proactivas reconocen esta responsabilidad. No dicen que su conducta es la consecuencia de las condiciones, el condicionamiento o las circunstancias. Su conducta es un producto de su propia elección consciente; se basa en valores, y no es producto de las condiciones, ni está fundada en el sentimiento del momento.

Dado que por naturaleza somos proactivos, si nuestras vidas están en función del condicionamiento del pasado y las condiciones del ambiente, ello se debe, a que por decisión consciente o por omisión, elegimos otorgar a esas cosas el poder de controlarnos.

Si le damos poder a lo que está fuera de nosotros, nos volvemos reactivos. Las personas reactivas se ven a menudo afectadas por su ambiente físico. Si el tiempo es bueno, se sienten bien. Si no lo es, afecta a sus actitudes y su comportamiento: las personas proactivas llevan consigo su propio clima. El hecho de que llueva o brille el sol, no supone ninguna diferencia entre ellas. Su fuerza reside en los valores, y si su valor es hacer un trabajo de buena calidad, no depende de que haga buen tiempo o no.

Las personas reactivas se ven también afectadas por el ambiente social, por el “clima social”. Cuando se las trata bien, se siente bien; cuando no, se vuelven defensivas o autoprotectoras. Las personas reactivas construyen sus vidas emocionales en torno a la conducta de los otros, permitiendo que los defectos de las otras personas las controlen.
También las personas proactivas se ven influenciadas por los estímulos externos, sean físicos sociales o psicológicos. Pero su respuesta a los estímulos, es una elección o respuesta basada en valores.

Cómo observo Elianor Roosevelt : “Nadie puede herirte sin tu consentimiento”. Y Ghandi dijo: “Ellos no pueden quitarnos nuestro autorespeto, si nosotros no se lo damos”. Para empezar, lo que nos daña mucho más que lo que nos sucede, es nuestro permiso, nuestro consentimiento a lo que nos sucede. Otro modo de tomar consciencia es nuestro propio grado de proactividad que consiste en examinar en qué invertimos nuestro tiempo y nuestra energía. Cada uno de nosotros tiene un amplio gama de preocupaciones: la salud, el trabajo, la seguridad ciudadana, el gasto público, etc. Podemos separarlas de las cosas con las que no tenemos ningún compromiso mental o emocional, creando un “círculo de preocupación”.

Cuando revisamos las cosas que están dentro de nuestro círculo de preocupación resulta evidente que sobre alguna de ellas no tenemos ningún control real, y que con respecto a otras, podemos hacer algo. Podemos identificar la s preocupaciones de este último grupo dibujándolas dentro de un círculo más pequeño que lo llamaremos “círculo de influencia”.

Las personas proactivas centran sus esfuerzos en el círculo de influencia. Se dedican a las cosas con respecto a las cuales pueden hacer algo. Su energía es positiva: se amplia y se aumenta, lo cual conduce a la ampliación del círculo de influencia.

Por otra parte, las personas reactivas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación. Su foco se sitúa en los defectos de otras personas, en los problemas del medio y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. Con esta actitud se desprenden sentimientos de culpa y acusaciones, un lenguaje reactivo y sentimientos intensificados de impotencia. La energía generada por ese foco, combina con la desatención de las áreas en las que se puede hacer algo, determina que su círculo de influencia se encoja.

Cuando trabajamos en nuestro círculo de preocupación, otorgamos a las cosas que están en su interior, en poder de controlarnos. No estamos tomando la iniciativa proactiva necesaria para efectuar una transformación positiva.

Las habilidades para dibujar un “fin en mente” y la proactividad, constituyen dos fuerzas que se potencian y se complementan, formando parte de un proceso de construcción de un claro liderazgo personal.

III. Liderazgo en equipo

Cuando nos referimos al liderazgo en equipo, estamos pensando en una serie de acciones que despliegan un grupo humano para alcanzar sus metas y proyectos. En este sentido queremos enfocar de manera distinta la idea tradicional de liderazgo y los equipos de trabajo, que lo representan como un conjunto de personas a cargo de un líder. Esta concepción centra su atención a los procesos de influencia líder – grupo o viceversa. Trata los temas de poder y la autoridad del líder, de su legitimidad ante el grupo y de su carisma personal.

Esta forma de comprender este tema tiene la limitación, a nuestro parecer, de quedarse en la descripción del fenómeno, sin permitir expandir o desarrollar capacidades para trabajar en equipo. Por otra parte, le entrega un rol activo al líder y otro más pasivo al resto de los integrantes del grupo.

En nuestra comprensión, cada integrante despliega su poder personal para enriquecer el trabajo en conjunto. Todos son responsables del avance y resultado del grupo. Cada integrante colabora con los demás y esta atento al estado de ánimo y motivación del conjunto, demostrando así, compromiso con la misión o fin en mente del equipo.

Con lo descrito anteriormente queremos poner el acento en el poder personal, es decir, en nuestra capacidad de acción individual y colectiva, y la energía impulsora que tenemos los seres humanos (más o menos desarrollada), y que nos permite movilizarnos, coordinarnos y lograr resultados en conjunto.

Si cada uno asume su aporte y despliega sus capacidades, tendremos un potente equipo de trabajo.

Para poder mirar nuestras fortalezas y debilidades en nuestro desempeño en equipo, te proponemos un conjunto de habilidades posibles de expandir en forma personal y en otros.

Habilidades del liderazgo en equipo

· Inteligencia Creativa
Nos referimos a la habilidad de sintonizarse con la situación presente, captar las necesidades y deseos de una comunidad de personas, generar un relato y una visión movilizadora del futuro. Para que ésta visión sea movilizadora es importante saber hacer ofertas seductoras a los demás, es decir,, propuestas o ideas que sean atractivas para quienes las escuchan. Ello implica desarrollar fuertemente la capacidad de escuchar observar intuir y adelantarse a los intereses de los demás.

La pregunta que el facilitador puede hacerse al respecto es ¿en qué medida lo que estoy proponiendo es una posibilidad para quienes me están escuchando?

· Valor del ejemplo
Estamos caracterizando la habilidad de los lideres de vivir en lo cotidiano, los valores que pregonan públicamente generando en los demás el juicio de consecuencia y honestidad. La coherencia del discurso y la acción es lo que le confiere fuerza y legitimidad al líder ante una comunidad de personas.

· Dominio del lenguaje
Nos referimos a la habilidad que tienen los líderes de crear realidades nuevas con su discurso o conversación ya sea comunicando la visión al grupo o invitándolos a nuevos desafíos.

Además éste dominio se refiere a nuestras competencias para saber pedir y delegar tareas a otros como también a la capacidad de realizar ofertas seductoras y prometer determinadas acciones.

El dominio del lenguaje no se refiere necesariamente al uso exclusivo de la oratoria tan típica de la imagen del líder carismático. Estamos hablando del uso consciente y cotidiano del lenguaje como generador acciones.


· Habilidad para negociar
Ésta habilidad es centrar para las tareas de liderazgo implica abrir conversaciones con personas que tienen distintos intereses trascendiendo las discrepancias y/o diferencias y permitiendo en lo posible que todos los involucradados perciban que “ganan” con lo propuesto.
También apunta la habilidad para buscar apoyos al interior de un grupo o fuera de el a través de alianzas que aseguren mayor respaldo en las acciones que emprenden.

· Inteligencia emocional
La creación de contextos emocionales adecuados el respeto por los demás la generación de relaciones de confianza son aspectos claves para lograr un clima grupal propicio para el logro de la metas y visiones de un grupo.

La relaciones al interior de un grupo humano están a veces marcadas por situaciones de conflicto y pequeñas rencillas. Todo ello debilita al equipo y lo lleva a su desintegración. Atender a los estados de ánimo propios y de los demás miembros del equipo es una habilidad trascendental para las tareas de un liderazgo efectivo. Los líderes con experiencia saben hasta donde pueden llegar un grupo de acuerdo al estado de ánimo en que viva.

En este sentido alguna de las habilidades a expandir, entre los miembro del grupo son: la capacidad de demostrar entusiasmo y resolución de establecer buenas conversaciones en equipo y la capacidad lúdica para hacer el trabajo con alegría y liviandad y al mismo tiempo en forma seria.

El entusiasmo es algo que se contagia por eso hay que creerse el cuento de manera profunda y transmitirlo en todas las formas de expresión con la actitud física la presencia la manera de hablar y la expresión de una emocionalidad acorde.

El líder debe estar atento a su propio entusiasmo y al la expresión de entusiasmo de los demás. Para ello es importante generar un contexto adecuado a través de la preocupación de los detalles como por ejemplo la forma como se dispone la sala durante las reuniones por la calidez del ambiente por la búsqueda de un contacto físico estrecho (visual gestual auditivo, etc).

Las conversaciones reflejan la calidad de las relaciones. Buenas conversaciones generan buenas relaciones. La disposición a escuchar, a practicar la apertura y la generación de confianza abren posibilidades. Los líderes cultivan arte de conversar. Podemos buscar y abrir conversaciones con aquellos que agachan la cabeza o no participan. Al mismo tiempo podemos enseñar a tener buenas conversaciones entre los miembros del grupo diseñando espacios adecuados para el efecto.

Las buenas conversaciones se logran cuando se produce una conexión emocional con el otro donde lo que uno habla lo refiere a si mismo a su experiencia.

Por último el juego es uno de los medios más eficaces para lograr un ambiente emocional nutritivo en el equipo que fortalezca el trabajo y la cooperación. El juego permite relajar los ánimos despejar “la cabeza” y entrar en contacto con otras formas de aprendizaje más vivenciales, que integran el cuerpo y la emocionalidad.

· Capacidad para coordinar acciones
Un equipo la podemos entender como una red de conversaciones, donde se coordinan permanentemente acciones para el logro y cumplimiento de ciertas metas. Una habilidad fundamental, entonces, tiene que ver con la capacidad de mantener una comunidad de personas en constantes conversaciones de equipo, donde se diseñen, distribuyen, y se evalúe la ejecución de las acciones necesarias para el logro del objetivo grupal. Cuando esa capacidad no es asumida por algún integrante del equipo, la acción se detiene o es caótica, y el grupo tiende a desintegrarse o desaparecer.

En las habilidades de coordinación es fundamental velar por el cumplimiento de los compromisos realizados en la coordinación. Esto quiere decir, cumplir las tareas encomendadas y los plazo acordados. La habilidad para administrar nuestras promesas va cimentando la confianza de los demás, lo que es fundamental en el trabajo y en toda relación humana.

Características de un líder:

· El lider tiene una visión compartida con los integrantes de su comunidad, de una comuna sustentable.
· El líder es una “fuerza” catalizadora dentro de un grupo, trabajando hacia una meta común, motivando a otros a que cambien, y creando las condiciones para que esos cambios se den. .
· Líder se caracteriza por tener una ética y un código valórico positivo.
· El líder aprende de la propia experiencia, lo éxitos y fracasos, y de otros. Tiene que ver con expandir o aprovechar las cualidades interiores, los valores y las creencias, como también con mejorar las habilidades y los conocimientos.
· El líder tiene habilidad de comunicación, negociación, promoción, resolución de conflictos, y el convertirse en administradores más efectivos de personas y recursos.
· Analizar, interpretar políticas, desarrollar objetivos futuros, decidir prioridades y evaluar las actividades propias y las de otros. Este proceso lo realiza a través de un trabajo colectivo.
· Habilidad para establecer redes con distintos actores e instituciones.
· El líder desarrolla un aprendizaje interpersonal, aprendizaje a través de experiencias, intercambio de opiniones e ideas, y desarrollo de motivación y compromiso. Es un aprendizaje innovador, y frecuentemente incluye desaprender. El aprendizaje en grupo es muy importante para desarrollar objetivos de equipo y compromiso del grupo.
· El líder no monopolizaba el poder, sino que lo compartía e involucraba a sus colegas




Bibliografía: Cómo se puede desarrollar/mejorar el liderazgo. Cuadragésima Primera Asamblea sobre salud. Ginebra, mayo de 1988.OMS. Resumen preparado por Jaime Duhart



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